El clima es el conjunto de condiciones atmosféricas a largo plazo que siempre ha estado sometido a variaciones como consecuencia de diferentes fenómenos naturales (erupciones volcánicas, radiación solar, etc.). Sin embargo, desde hace varias décadas se está produciendo una alteración climática a una velocidad sin precedentes. La evidencia científica apunta a la acción del hombre como responsable de esta aceleración, como consecuencia de la generación de gases de efecto invernadero (GEI) que se acumulan en la atmósfera y retienen el calor, incrementando lo que se conoce como efecto invernadero, y contribuyendo a un aumento de las temperaturas del planeta. Esta alteración de origen antropogénico es lo que se conoce como “el cambio climático”. Este término es a menudo sustituido por “calentamiento global”, ya que esta es la principal forma con la que los seres humanos están afectando el clima.
La Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (UNFCCC) define el cambio climático como:
«Cambios en el clima directamente o indirectamente atribuibles a la actividad del hombre que alteran la composición de la atmósfera global y que se superponen a la variabilidad natural observable en periodos de tiempo equivalentes».
El término “efecto invernadero” se refiere a la retención del calor del Sol en la Tierra por parte de una capa de gases en la atmósfera. Sin ellos la vida tal y como la conocemos no sería posible, ya que el planeta sería demasiado frío (sería unos 30ºC más baja). La mayor parte de los gases de efecto invernadero se generan de forma natural y son el vapor de agua (H2O), el dióxido de carbono (CO2), el óxido nitroso (N2O), el metano (CH4) y el ozono (O3). Sin embargo, la industrialización ha provocado que la emisión y concentración de estos gases haya aumentado de manera exponencial desde comienzos del siglo pasado, cuando, sin la actuación humana, la naturaleza se encargaba de equilibrar las emisiones. Al aumentar estos gases, estamos cambiando el equilibrio (denominado “forzamiento radiativo”4) entre la cantidad de energía que entra en la atmósfera y la que sale de ella, de forma que se está aumentando la cantidad de radiación infrarroja acumulada por la tierra. Ello conduce a un aumento de la temperatura de todo planeta.
La emisión antropogénica de gases de efecto invernadero (GEI) que se acumulan en la atmósfera y retienen el calor, está incrementando lo que se conoce como “efecto invernadero” y contribuyendo a un aumento de las temperaturas del planeta con un efecto que puede durar muchos milenios antes de que los procesos naturales los eliminen de la atmósfera.
Los datos científicos constatan que sus efectos se están produciendo a una velocidad sin precedentes y con consecuencias evidentes:
Influye de forma directa e indirecta, a través de sus impactos en los sistemas naturales y socioeconómicos:
Los esfuerzos mundiales de mitigación de emisiones deberán ir acompañados de actuaciones de adaptación.
Naciones Unidas
>> Informe sobre la brecha en las emisiones 2020-UNEP
>> Adaptación al Cambio Climático 2021_IPCC
Ministerio de Ambiente y Cambio Climático Nación
>> Inventario Nacional GEI Argentina
Secretaría de Ambiente y Cambio Climático
>> Inventario Gases de Efecto Invernadero RN_2021
El Acuerdo de París es un acuerdo dentro del marco de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático que establece medidas para la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI).En el Acuerdo de París, 195 países acordaron reducir las emisiones de gases de efecto invernadero a través de la mitigación, adaptación y resiliencia.En la Conferencia de las Partes (COP21) de París, diciembre de 2015, y después de 20 años de negociaciones, 195 países acordaron limitar el calentamiento global en dos grados centígrados con respecto a la era preindustrial. ¿Cómo? Reduciendo las emisiones de gases de efecto invernadero a través de la mitigación, adaptación y resiliencia.
A continuación se detallan las nueve claves más importantes del Acuerdo de París:
Mantener el incremento de la temperatura global muy por debajo de los 2 0C respecto a la era preindustrial y proseguir los esfuerzos para limitarlo a 1,5 °C.
Alcanzar el nivel máximo de emisiones máximo lo antes posible y a partir de ese momento reducirlo rápidamente hasta conseguir la neutralidad en carbono (cero emisiones netas).
Los 195 países comunican sus compromisos nacionales de lucha contra el cambio climático. Entran en vigor en 2020 y son revisados cada cinco años con la idea de aumentar la ambición.
Marco de transparencia común a todos los países que incluye información sobre emisiones y aportaciones a la inversión.
Los países podrán usar herramientas tales como la compraventa de emisiones y la fijación del precio del carbono para incentivar las actividades de reducción de emisiones.
Responsabilidad común pero diferenciada: los países desarrollados deben financiar a los países en desarrollo con al menos 100.000 millones de dólares anuales a partir de 2020 para mitigación y adaptación.
Reconocimiento de la necesidad de medidas de apoyo ante pérdidas irrecuperables, aunque sin concreción en las indemnizaciones.
El Acuerdo de París es jurídicamente vinculante y los objetivos nacionales de lucha contra el cambio climático los establece cada país.
El 4 de noviembre de 2016, 30 días después de ser ratificado por 55 Partes que representen al menos el 55% de las emisiones totales de GEI.
17 objetivos para transformar nuestro mundo:
Los Objetivos de desarrollo sostenible son el plan maestro para conseguir un futuro sostenible para todos. Se interrelacionan entre sí e incorporan los desafíos globales a los que nos enfrentamos día a día, como la pobreza, la desigualdad, el clima, la degradación ambiental, la prosperidad, la paz y la justicia. Para no dejar a nadie atrás, es importante que logremos cumplir con cada uno de estos objetivos para 2030.