La directora de la institución, Noelia Garrido, comentó que “cuando se hizo efectiva la pandemia, continuamos capacitándonos en prevención y pautas de cuidado, también adhiriendo a los protocolos que se iban presentando”.
Hoy, el personal, dependiente del Ministerio de Desarrollo Humano, y las personas mayores, ya están habituados a las medidas de prevención, entre ellas –enumeró Garrido- “la forma de ingreso, sanitización, desinfección del mobiliario, distanciamiento, uso de guantes, barbijo y mascarillas”. Y agregó que “adaptamos las habitaciones para que hospeden a dos mayores, como máximo y armamos una habitación de aislamiento, para utilizar en caso que sea necesario”.
Algunos días no fueron fáciles, y para sobrellevarlos ganó lugar el afecto: “cada vez se fue haciendo más pesado para ellas y ellos. Por eso, para las visitas implementamos un sistema de videollamadas. Igual extrañaban el ingreso de la familia, la participación en talleres o la presencia de los miembros de la comunidad en la residencia”, comentó.
De la misma manera, explicó que paso a paso buscaron la mejor estrategia para que no se priven de mirar a los ojos y abrazar a sus seres queridos.
“Permitimos que las familias lleguen hasta el portón de ingreso, para que puedan verse, al menos, a través de una reja. Así que siempre vamos adaptando nuevas estrategias para que la persona mayor no sufra”, remarcó.
Ya cerrando el año, la Residencia cuenta con un gran equipo de trabajo que supo adaptarse a las nuevas medidas y a atravesar unido los buenos y malos momentos a causa del virus.
Garrido contó que el lugar se convirtió en un espacio de alegría y socialización: “para poder sobrellevar la tristeza, desarrollamos estrategias recreativas, sin la entrada de gente del exterior. Entonces comenzamos con bailes, tertulias, y también una conexión con un Jardín de Infantes, a través de la tecnología, eso nos ayudó muchísimo a todos”.